Viajar lo vivo desde lo
más profundo de mí. Conocer nuevos lugares no es un capricho más, es una manera
de estar vivo, de hacer lo que me gusta. ¡Vamos! Yo me animé a dejar a un lado la desesperanza.
Sal y conoce lo que te está rodeando, si estás esperando que pase no va a pasar
o puede que tarde mucho en llegar. Debes ser tu el que decida hacerlo.
Me gusta muchísimo
conocer personas en mi camino, en especial esas que te enseñan solo con la
mirada y también esas que con las palabras te dicen lo necesario para ser
feliz, son esas personas que muchas veces ignoramos y que están allí para
darnos mucho.
Salgo al colocar un pie
fuera de mi casa y en ese momento me doy cuenta que no viajo para escapar de lo
que me rodea sino para aprender cosas nuevas porque es la manera de sentirme
que soy libre. Cuando aprendo. En ese momento que me voy yendo me digo que todo
va a salir bien, es algo de fe, de tener consciencia al hacer las cosas y usar
la razón cuando sea necesario. Es la clave que hasta ahora me ha funcionado.
Salgo y me introduzco en
mis pensamientos, los renuevo, hago lo posible por abrir mi mente y dejar que
el tiempo lo marque y defina todo. Salgo en busca de inspiración. Con lo
natural me va bien. Al ir por el sendero, por ese camino lleno de bosque verde
siento que la vida apenas comienza, que no importa la edad que tenga mientras
me sienta vivo y lleno de esperanza, de felicidad por lo que estoy haciendo.
Mi espíritu tampoco me
falla, corro y me alcanza, freno y se queda solo para llenarse de cosas que
valen la pena, que me dejan una enseñanza. Volteo y abro mi mochila, saco un libro
de páginas blancas y comienzo a escribir. Recuerdo que soy yo quien decido lo
que viene. Lo que pase es consecuencia de mis acciones. Si se me abre una
puerta espero correr para no quedarme sin conocer lo que hay detrás de ella. Abro
paso y con personas buenas me acompaño en ese largo camino. Me lleno de vigor
para afrontar cualquier obstáculo y me digo siempre que jamás me daré por
vencido cuando se trata de cumplir mis metas.
Es cuando digo ¡ya basta
de desesperanza! Es hora de poner firmeza y vivir para nosotros pero siempre
cuidando de los demás. Si caminamos solos, caemos. Si alguien cae y volteamos
para dejarlo atrás nunca nos podrán salir las cosas bien. Demostrando siempre
que con la sencillez atraemos todo lo bueno que pueda pasar. Subo a la montaña,
me siento lleno de energía. Veo el sol salir y al cielo alegrarse. Hace fiesta
con las nubes porque ha venido para darnos luz y calor siendo feliz por
compartir lo que le pertenece, siempre dispuesto a darlo todo.
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